martes, 10 de agosto de 2010

De caidas libres decembrinas. (Una experiencia personal)

Llegar a casa y encontrarla amodorrada, su cabello largo en el bote de basura, las tijeras en el buró que se encuentra a lado de su cama y junto a éstas una botella de cerveza a medio beber; algo inusual. Luego, la mirada perdida, más bien extraviada, la espalda encorvada como si algo la empujase desde arriba y los brazos colgando, sus dedos casi tocando el piso, su ánimo casi rozando el suelo. ¿Como si la empujara algo o como si la jalaran? ¿O tanto la empujan como la jalan?
Y entonces pasa, sin el menor aviso, sin la menos advertencia: un golpe seco en el jardín. "Ya vuelvo", y la imaginación desbocada piensa que quizá lo mejor sea salir al jardín y extender los brazos. "Ya vuelvo", y quizá ella sólo vaya por los adornos navideños que desde hacía una semana quería bajar de la azotea. Y "ya vuelvo", y pienso en cacharla y pienso en los adornos navideños y marco un número y hablo desesperada y un golpe seco y salgo corriendo del cuarto y la veo tendida en el jardín. Su pantalón rojo encendido, su suéter negro apagado y es ella la que yace sobre el pasto verde y fue el golpe seco el de su cuerpo al caer sobre el pasto.
La sección amarilla. Pero yo no puedo buscar el número de una ambulancia, mis manos tiemblan y sudan y yo no puedo pasar las hojas del libro sin que las arranque, una a una, sin haber encontrado nada. Y salgo y el golpe seco se repite incesantementeen mis oidos y encuentro a alguien y corriendo vamos a la administarción y ahí marcan a la ambulancia y cuando regreso ya hay personas que la están atendiendo. "¡Una cobija!", y el golpe seco sigue sonando. La cobija la encuentro y la usan para cubrir sus pantalones rojo encendido y su suéter negro apagado. Está viva. Gime, le duele. "El pasto amortiguó la caída". Quiere moverse pero le dicen que no lo haga.
Primeros auxilios. El brazo está roto, la pierna también. Una leve inflamación en el cerebro y aún no descubren que la cadera está fracturada.
"Tú no tienes la culpa, no sabías que lo haría". Pero lo sabía y quise tranquilizarme con el cuento de los adornos navideños.

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