miércoles, 30 de julio de 2008

Ebriedad

Al sol ya no lo puede ver, este se ha hundido a sus espaldas. Lo que aun puede ver son sus reflejos rojizos y rosados en las nubes; si algún barco pasa, bien puede verlo teñido de naranja, absorbiendo la luz que aún queda del sol. Pero al sol ya no lo ve.

Los barcos suenan a lo lejos, las gruas truenan enfrente y el sonido de las olas se desliza hasta sus oidos; un viento fresco acaricia su piel. Sus mejillas ya se han enfriado mientras que sus manos se mantienen aún cálidas. Una de ellas sostiene el cuaderno negro en donde escribe y la otra maneja la pluma; ocasionalmente, esta última, levanta la botella de cerveza. Esa noche ha decidido beber cerveza a orillas del mar. Ha decidido beber hasta que la razón se le bote, hasta que el estómago le duela, hasta que, vomitando, logre sacar por fin todo lo que lleva dentro.
Las olas se alebrestan cuando algún barco grande pasa. Golpean furiosas intentando asirse de la arena que simplemente se escurre y escapa. Alguna vez estuvo allí mismo sentada, imaginando que las olas se llevaban su cuerpo prometiendo con sus susurros descanso eterno en lo mas profundo del tiempo. Si tan solo el mar la arrastrara y devorara; quizá sólo entonces dejaría de sentir, quizá sólo así su memoria se borraría.

Sentada en la nada, en el limbo, recurre a viejos recuerdos. En la soledad solo quedan los recuerdos, son un intento de mantener cerca a quien más lejos esta, de mantener cerca a quien más lejos sentimos. A veces, sin embargo, es mejor dejar lejos a quien lejos se ha quedado. A veces es mejor enterrar los recuerdos que hieren. Eso lo ha aprendido de la manera mas difícil. Huir para poder continuar con su vida, eso es absurdo. Su vida se ha quedado atrás y aquí no hay nada por continuar, lo que tiene es una vida nueva por comenzar.
Comenzar sola, en la playa y en la playa con cervezas y con cervezas en la playa; en el comienzo, monólogos infinitos, incoherentes. Los monólogos se hacen inmensos, las telarañas se tejen y tejen; las cervezas se toman y toman y luego se vuelven a tomar mientras que las telarañas siguen tejiendo una historia que a veces querría contar y otras veces gritar.

El sol se oculta, la noche llega. Furiosa reclama al sol por haberse ocultado, ahora siente frío. ¿Por qué el sol ha de ocultarse todas las noches? A veces lo odia por ocutarse, a veces lo odia por abandonarla a mitad del día. A veces lo odia cuando se siente miserable y abandonada. Cuando pasa horas tendida en su cama llorando es cuando lo odia. Si tan solo el sol no se hubiera ocultado ella seguiría en casa. Lo cierto es que el día de hoy que entierra recuerdos en la arena, no está en casa sino muy lejos de ella. ¿Recuerdos? Recuerdos buenos, recuerdos malos, alguien los encontrará, alguien los tomará como tesoros, como ella alguna vez los tomó, centelleantes, brillantes, titilantes, ahora opacos, sin su luz; él los dejo opacar y él tiene la culpa de que ella se sienta miserable en ocasiones. Lo odia, pero solo cuando llora o cuando bebe y hoy bebe y hoy llora y hoy lo odia. ¿Lo amo? Sí, algun dia lo amó, lo amó sin haber tenido que odiarlo antes. "del odio al amor solo hay un paso" es lo que ha escuchado, pero segura está de que antes no lo odió, simplemente lo amó y sabe que muchas vueltas necesito antes de poder llegar a odiarlo.

Hoy lo odia y la cerveza corre y calienta sus venas al mismo tiempo que las hiela. Hoy espera que llueva pero el agua no llega. Hoy el agua no se la llevará junto con esos pensamientos y sentimientos que nunca pensó llegaria a tener. Hoy la cerveza corre, hoy el agua del mar corre esperando huir del barco que se acerca. El agua olas, la cerveza olas y las olas odio y todo circula en su sangre que ni sangre ni cerveza ni agua es. Hoy ella es nada, es despojo en el desierto que no es desierto sino palya; despojo en el limbo en donde es y no es y que cuando es solo en sus recuerdos y que cuando no es, olas y viento.

Si hoy camina y deambula tambaleante por las calles es su culpa. Si hoy siente frío y aun así se desnuda es su culpa. En reflejos ve su cuerpo desnudo, deforme, lleno de cicatrices. La lluvia llega pero no arrastra consigo las cicatrices. Las lagirmas tampoco puedieron arrastrar la tristeza. Lo que hoy arrastra es la cerveza y la arrastra por donde no penso caminaria y por donde nunca más volverá a caminar porque mañana que despierte todo lo que ocurrió y aun ocurra desaparecerá. Mañana el odio se desvanecerá, tendrá un tremendo dolor de cabeza y su corazón se sentirá terriblemente agotado pero ella no sabrá porque.

Prende un cigarrillo y en su humo se diluye. Los faroles pasan, los coches pasan, las calles solo se alargan. El rio, los barcos, la arena, se oyen distantes. El humo se dirije en vano hacia ellos, antes desaparece, antes se pierde en su aliento a alochol.

2 comentarios:

jf.yedraAaviña dijo...

“Y el humo se dirige en vano hacia ellos…” y es así como lanza sus recuerdos al pasado, anhelando tocar la pureza y fuerza del sentir, invocando las palabras que como aquellos barcos guardan tantas cosas, siendo que ahora el mensajero encargado de traer a la mente las palabras, repletas de sentido, se diluye en su camino apenas se ha alejado un poco.

Hay tanto en lo que escribes, e imágenes tan lindas, que dan ganas de seguir leyendo, seguir explotando el estado diluido del conjunto. (ja, qué payaso soné) pero así es, dan ganas de seguir…
Más Lidita!!! Ahora queremos más

Manuel de Jesús dijo...

y de repente, las calles de Hamburgo son las de París, y Rimboud habla en alemán...