sábado, 28 de junio de 2008

Sere sincera...

tengo miedo de escribir. No se ya para quién lo hago.

Ese día también se hundió el sol en la lejania, quebrado por las nubes, disolviéndose en el cielo.
Ambos lo vieron ocultarse, prometía volver y salir victorioso pero sólo fueron promesas del sol que fueron devoradas una y otra vez por la lejanía.

El sol se desvaneci+o dejando un rastro ardiemte y rojizo que tarde o temprano desaparecería también; sería borrado por la oscura noche que celosa lo devora todo.

***

La bañera

Tiembla, no se encuentra, perdida en el pasillo de una casa, cruza las puertas de los cuartos, del medio baño, del baño principal, en éste la tina llena de agua enjabonada. Tiembla un poco más. El corazón se convulsiona dentro de su pecho, cualquier sonido hace que se sobresalte. Tiembla mientras escribe la carta sin remitente, la carta escrita en forma de diario. Si en verdad lo amaba nunca dejaría de escribirle. Las páginas se marchitan conforme escribe.
Desnuda, en el pasillo, sin haber encontrado su habitación, tiembla de emoción, tiembla de frío. Afuera el sol brilla, brilla como solo puede brillar aquí y con sus rayos todo lo calienta, pero adentro, muy adentro ella siente frío.
Desde el pasillo puede ver la tina que guarda ahora los residuos de lo que murió. Música de fondo; en el fondo, muy en el fondo su voz; se sumerge en el agua y solo puede escuchar su voz. Mira su cuerpo desnudo, el agua hace que sus defectos sobresalgan. Puede ver el vello que cubre sus brazos, sus piernas, su sexo. Su cuerpo bajo el agua es plano y ella se siente como una hoja de papel que poco a poco se arruga por efecto del agua. Pese a haber escuchado su voz se siente tranquila. Pensar que alguna vez esa voz llenó su existencia. Pensar que alguna vez esa voz fue lo unico que escuchó.
Tiembla, su cuerpo bajo el agua tiembla, recuerda las caricias, tiembla, piensa en él, tiembla; sabe que ha de lavar su cuerpo. El jabón pasa por sus brazos, por su cuello, por sus piernas, por sus pechos y su espalda. El agua en la tina se hace blanca, deja de ser transparente. Las huellas se han desvanecido de su cuerpo, la sensación de él ha desaparecido. Sólo hay un lugar en donde su presencia persiste. Aún lo siente en su sexo. Nadie más la ha tocado, de él y solo de él ha sido, quizá es por eso que aún perdura. Pero eso acaba ya, acaba hoy mismo que ha decidido borrar los rastros del amor que marchita las p+aginas de su vida. La sensación de purificación la invide. Sale de la tina, sale como expulsada del útero en donde permanecio 9 meses. Por eso tiembla, por eso se encuentra desorientada. Ha de salir nuevamente al mundo, ha de comprobar eso que alguna vez pronunciaron los labios del desconocido: no todos quiern lastimarte.

3 comentarios:

Black Bird dijo...

mm que fuerte!! esta padre jeje
me recuerda viejos fantasmas por cierto... es otro pedo eso de las huellas que uno lleva en el cuerpo de aquel o aquella que ya no está, pero bueno... el tiempo parece que siempre nos lleva la delantera...

Lienzo dijo...

Me ha gustado muchisimo Lidia. Muchisimo.
Pero el que es borrado siempre sentira que algo le falta, porque sin saber perdió algo de sí, y de eso es de lo que el otro se despoja.

Manuel de Jesús dijo...

Yuju! Puedo leerte de nuevo